"Una historia real sobre romper patrones, perder y volver a empezar."
Crecí escuchando a los hombres y mujeres de mi familia decir que las mujeres costeñas somos alegres y festivas, excelentes para el hogar, pero no para los negocios. Era un mensaje repetido con naturalidad, como si fuera una verdad absoluta.
Por mucho tiempo, esto me llevó a dudar de mí misma, a creer que mis sueños debían limitarse a ser madre y esposa. Y aunque la maternidad es una labor valiosa, muchas veces subestimada por la sociedad, también es una de las escuelas más grandes para desarrollar habilidades como la resiliencia y el liderazgo.
No digo que la maternidad sea la única vía para fortalecer estas capacidades, pero en mi vida ha sido fundamental.
Crecí en un hogar donde mi padre, un empresario y proveedor económico con una visión profundamente tradicional, contrastaba con mi madre, una mujer sumisa que sacrificó sus sueños por la familia. Dos modelos opuestos que me llevaron a cuestionar el mundo en el que vivía. Me di cuenta de que una sociedad no progresa en medio de ese desequilibrio.
Estudiar psicología fue, en su momento, un acto de rebeldía. Un primer paso para romper creencias y patrones que no solo me limitaban a mí, sino también a las mujeres de mi familia. Pero no fue fácil. Crecer en este entorno esto me obligó a desarrollar resiliencia. Aprendí a sobreponerme, a reconstruirme y, sobre todo, a desafiar lo que parecía inamovible.
El peso de la cultura era fuerte, y aun así, repetí algunos de esos patrones. Me casé, soy esposa y madre, y por un tiempo, me vi atrapada en los mismos paradigmas que había intentado dejar atrás.
Y ahí vino un momento crucial: la decisión de salir de mi entorno. No lo hice con una idea clara de futuro; más bien, fue un instinto de supervivencia. Hoy, entiendo que ese fue mi mayor acto de liderazgo: el liderazgo sobre mí misma. Fue el autoliderazgo el que me permitió manejar mis emociones, enfrentar el rechazo y los señalamientos por no encajar, y al mismo tiempo, mantener la esperanza de que era posible encontrar o construir entornos más sanos y equitativos.
En 2008, junto a quien hoy es mi esposo, decidí regresar a Bogotá, buscando un nuevo comienzo y la oportunidad de construir nuestros sueños, en un entorno más equilibrado, con más oportunidades profesionales para una mujer. fue un punto de inflexión porque la vida nos tenía preparada una prueba aún mayor: la pérdida de nuestro primer hijo, Alejandro.
Pasar de entrar a un hospital llenos de ilusiones y salir con los brazos vacíos y el corazón destrozado, fue algo que me llevó a reflexionar sobre la importancia de la calidad en la atención en salud para minimizar riesgos, pero más importante que eso la importancia de la humanidad de quienes te rodean en un momento donde sientes que la vida te arranca el corazón.
Esta experiencia me reveló la luz de la humanidad en medio de la frialdad de los negocios, así sean los enfocados en salud.
Pude experimentar de cerca, la frialdad de quienes priorizaban los trámites burocráticos, de los que trataban de justificar lo injustificable.
Pero también estuvieron aquellos que, con pequeños gestos, me recordaron que la humanidad sigue viva en medio del caos:
La enfermera que me permitió darle un primer y último beso a mi hijo.
El anestesiólogo que me reconfortó con un beso en la frente.
La persona que masajeó mis pies cuando mi cuerpo estaba en shock.
Esta experiencia me impulsó a crear, junto a mi esposo, Psycoterapia Desarrollo Humano y Organizacional, una empresa que busca, que la implementación de la calidad en salud no sea una carga, sino que sea una garantía de bienestar para todos, para los prestadores de servicios de salud en Colombia, para sus colaboradores y sobre todo para sus pacientes, porque entendemos que es fundamental que los profesionales y su equipo no se agobien con tanto trámite burocrático, sino que se dediquen a lo que es esencial: Cuidar vidas
Por fríos que parezcan lo negocios y sus procesos, no podemos perder de vista que están impulsados por seres humanos.
Además, formar parte de comunidades como Mompreneurs me permitió rodearme de mujeres que, al igual que yo, buscaban avanzar juntas. Estos espacios son clave para elevar nuestras voces y superar situaciones difíciles ya que cuentas con una apoyo grande desafiar barreras culturales que aún nos limitan.
En muchas culturas, la maternidad sigue viéndose como un obstáculo profesional. Pero ¿qué pasaría si en lugar de percibirla como una barrera, la reconociéramos como una fortaleza?
Las madres sabemos lo que es adaptarnos a la incertidumbre, tomar decisiones difíciles, gestionar equipos –aunque sean pequeños y ruidosos en casa– y seguir adelante a pesar del cansancio y las dudas. La resiliencia, la capacidad de adaptación y el liderazgo que desarrollamos como madres son habilidades altamente valiosas en el mundo empresarial.
Hoy, las invito a seguirme para cuestionar los paradigmas que nos limitan y a reconocernos como mujeres líderes, dentro y fuera del hogar.
Porque cuando una mujer se atreve a desafiar los estereotipos, abre camino para muchas más.